No es un tema de una casa o de cuánto gana una actriz. El tema de
la "Casa Blanca" perteneciente a los Peña Nieto-Rivera es un asunto
medular para México. Tiene que ver con el conflicto de interés, con la
relación entre empresarios y el gobierno, con los vínculos de una
televisora y el poder político, con la forma en la cual se celebran y se
revocan licitaciones en el país. Tiene que ver con la manera en la cual
se usa y se ejerce y se comparte el poder político y económico en
México.
De forma irregular. Opaca. Discrecional. Sin rendir cuentas o haciéndolo a cuentagotas.
El
gobierno de Enrique Peña Nieto vive una crisis y muy grave; un
escándalo que en otros países hubiera llevado ya a la dimisión del
Presidente. Pero Peña Nieto y su esposa la han subestimado. Han
respondido torpe y tardíamente. El histriónico video de la primera dama
sólo exacerba los problemas que ella misma creó. No sólo por el tono
indignado, enojado, condescendiente. No sólo porque le falta comprender
que desde el momento en que usa y dispone de un solo peso público, está
sujeta al escrutinio legítimo aunque no sea "servidora pública". No sólo
porque elude el meollo del asunto que es el conflicto de interés en el
que incurre. No sólo porque deja de informar cómo conoció al Sr.
Hinojosa -dueño de la constructora Higa- sino ignora el hecho de que ha
ganado múltiples licitaciones al arropo del poder de su esposo, como
gobernador y como Presidente.
Si Angélica Rivera realmente no
tiene nada que esconder, que lo pruebe y no sólo con una actuación de 7
minutos vía un video. Supongamos que su declaración fiscal
"complementaria" del 2010 es verídica. Pero dado todo lo que ha ocurrido
en torno a este caso, no es paranoia pensar que la declaración pudo
llenarse y manipularse directamente en la página del SAT. Que su
contenido es perfectamente manipulable. Que el propio secretario de
Hacienda o el jefe del SAT hubieran podido alterar el sello digital que
aparece en la primera hoja. Y por ello, para disipar dudas y en aras de
la transparencia, es necesario que se exhiban ante la opinión pública
los siguientes documentos: 1) La declaración "normal" correspondiente al
propio año; 2) El contrato de exclusividad con Televisa que derivó en
el pago de 130 millones de pesos; 3) Las constancias de retención del
10% del ISR que efectuaron Televisa, Televisa Talento y el banco. Todo
ello para constatar que los pagos a los que alude la primera dama en su
video son reales.
Por otra parte, con respecto al "préstamo" de
la casa de Palmas que le hizo Televisa, constituye un ingreso en
servicio para efectos de la Ley del ISR. Por eso Angélica Rivera debe
exhibir sus declaraciones anuales desde el 2004 hasta el 2008. También
debe explicar -en cuanto a la compra del inmueble en Sierra Gorda- cómo
se realizó el pago. Asimismo debe exhibir el pago del ISAI a la
Tesorería del DF, y si no se realizó, que explique por qué para así
verificar la certidumbre de la compra del terreno y las condiciones de
la operación. Y finalmente Televisa debe responder si pagó o no a
Angélica Rivera la cantidad de $130 millones por un "contrato de
exclusividad".
La empresa ha guardado silencio y genera suspicacia que lo haga. Tiene que dar un sencillo "sí" o "no".
Acompañado
de la remoción del secretario de Comunicaciones y Transportes por haber
avalado la licitación amañada del tren México-Querétaro en favor del
Grupo Higa. Aunado a la prohibición al Grupo Higa de participar en
cualquier licitación en lo que resta del sexenio. Acompañado de la
donación del dinero producto de la venta de la casa a una buena causa. Y
más allá de estas acciones, la principal. El reconocimiento por parte
de Peña Nieto y Angélica Rivera de que la rendición de cuentas no es una
concesión. Es una obligación.
Denise Dresser